El Exorcista es una película de 1973 dirigida por William Friedkin. Su temática mefistofélica perturbó a toda la audiencia, causó histeria colectiva (bien es conocida la anécdota que relata cómo los espectadores tras terminar de visualizar la cinta, salían de la sala en busca del confesionario más cercano) y generó polémica. Todo esto ha llevado al filme a convertirse en un clásico inmortal del terror, que incluso a día de hoy continúa influenciando un sin fin de obras (véase las películas sobre exorcismos que año tras año y sin importar la época, atestan las carteleras de los cines).
No obstante, el día de hoy nos centraremos en uno de los elementos particulares que llevaron a este trabajo de William Friedkin, a aterrorizar sin compasión a las masas: su banda sonora.
Originalmente Lalo Schifrin fue el encargado de componer el soundtrack para la película, no obstante, el director dentro de sus exigencias, descartó su trabajo (y muchos apuntan que fue de una forma muy descortés). Al final, Friedkin optó por la utilización de piezas de música clásica moderna (irónico), entre los que se pueden encontrar trabajos de compositores como: Krzysztof Penderecki, Mike Oldfield (de quien proviene la icónica Tubular Bells), El cuarteto de cuerdas de George Crumb y Anton Webern.
Sin embargo, lo que destaca dentro de este OST son las creaciones originales de Jack Nitzsche. Estas melodías han sido edificadas a partir de la experimentación, obteniendo por resultado un espeluznante y descolocante conjunto de movimientos musicales, que, a partir de rasgar erráticamente las notas más agudas de diferentes instrumentos de cuerdas, inyectan al filme de una sensación incómoda, destemplada y sobrenatural. Por no mencionar la constante utilización de zumbidos de abejas dentro de las composiciones, que a la larga punzan el tímpano del espectador, llenando todo el ambiente de desesperación, angustia y horror, quizá insoportable para muchos.
La música de El exorcista es un acompañante perfecto de la trama, arrastra al espectador inadvertidamente hacia la locura y la posesión tanto corporal como espiritual de Regan, la protagonista, interpretada por Linda Blair.
Nada que decir, a continuación, dejamos la banda sonora completa de la película, para que ahora sea turno de usted, señor lector, de dejarse ensordecer por este estruendoso, fascinante y terrorífico compendio de notas musicales. ¡El poder de Cristo nos lo ordena!
PS: Como ya habrán podido notar, la imagen a contra luz del hombre con sombreo y maletín en mano bajo la farola, es una fotografía siempre utilizada a la hora de referirse a esta película. ¿Cómo no hacerlo? Después de todo representa una de las escenas más memorables de la obra en cuestión. Como dato curioso, para lograr esta imagen, Friedkin se basó en el cuadro El imperio de la luz de Magritte.
Por: Juan David Martínez Zuluaga.
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